Al llegar los españoles a México, tuvieron la grata sorpresa de encontrar abundantes moreras silvestres, de modo que en seguida se dieron a la tarea de cultivar gusanos de seda, los cuales tienen como único alimento la hoja de la morara. Pronto pusieron grandes casas para su cultivo en el valle de Morelos y en la mixteca. Sin embargo, no tuvieron en cuenta dos factores: que para los nativos los gusanos eran una delicia y fuente de proteína, de manera que quienes los cuidaban se los comían; y que la producción de seda en México, muy abundante y barata, competía con las sederías de Valencia. Por esto último se prohibió su cultivo y se ordenó tirar todos los árboles de Morera, de manera que los que existen ahora tienen origen en los sobrevivientes de tal matanza de árboles.
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