I.
Ironías de la vida: potencialmente quien puede
disfrutar más de un viaje a un lugar lejano es aquél quien en el lugar donde se
encuentra vive de la manera más serena, contemplativa y reflexiva. Este
espíritu de paz es el que le permitirá ver con más claridad los detalles y
dinámicas del nuevo lugar visitado y aprender de los patrones sociales,
culturales, biológicos que son nuevos para él.
Más sin embargo en nuestra sociedad actual las
personas que más viajan son aquellas que más aceleradas están, pues este es el
precio que tienen que pagar por estar adentro de los engranajes de una
maquinaria cada vez más alienada de lo humano y lo natural.
II.
Lo que cada vez me queda más claro es que nuestro
pensamiento siempre tiende a cristalizarse (Y este mismo enunciado es el
ejemplo de una cristalización madura). Una estructura de ideas que en un
momento fue funcional y nos permitió fluir en el presente, nos condiciona a
pensar que siempre va a resolvernos el camino, perpetuándose así en nuestro
sistema operativo. Y así… las ideas ligeras y ágiles comienzan a cristalizarse
en el concepto de que son “nuestras ideas ligeras y ágiles”. De por sí por más
empeño que tengamos en mantener la flexibilidad y la plasticidad de nuestra
mente, tarde o temprano, el mismo proceso natural de envejecimiento hará
primero aparecer la cristalización de nuestras ideas, y posteriormente, como
paso final, la calcificación de las mismas. Aquí lo sorprendente es ver como
personas se abandonan a esta calcificación recién en sus primeros años de vida,
y otras se mantienen alertas, flexibles casi hasta el final de sus días.
Partiendo de todo lo que representa conceptualmente
el símbolo del yin yang, me he dado cuenta de que para evitar los comienzos de
la cristalización siempre es necesario regresar al opuesto de la idea y
alimentarse de él. Tomando como ejemplo el enunciado que da inicio a este
párrafo, nuestra atención quedaría dispuesta también a la siguiente idea:La
mayoría de las veces nuestro pensamiento tiende a cristalizarse pero siempre
hay que estar alertas a que puede suceder una excepción.
Si nosotros nos pensamos a nosotros mismos como
flexibles, siempre dispuestos en una conversación a no cegarnos a los
argumentos del otro ni a casarnos obsecadamente con nuestros silogismos, corremos
también el peligro de cristalizarnos en la sensacion de que somos “muy
flexibles” y de repente en una conversación, sin darnos cuenta, dejar de
percibir todas las opciones posibles.
Siento que nuestra mente tarde o temprano busca la
comodidad de las estructuras fijas y la misma vida con sus presiones cotidianas
nos obliga a ceder flexibilidad en pos de ganar una mayor funcionalidad
práctica.
Creo también, después de analizar todos estos años
el proceso de mi conciencia mente, que esta conciencia funciona en círculos
concéntricos de menor a mayor. Cada círculo ascendente es un meta círculo de
los anteriores. Y al ser un meta círculo nos permite ganar una perspectiva que
hace que conozcamos más los flujos y dinámicas de nuestras ideas. Lo
sorprendente es que cuando llegamos a estos círculos superiores, nos llegan
ideas con una claridad muy operativa en lo que se refiere al desentrañamiento
de los móviles de nuestra propia conciencia. Y aunque grabemos en nuestro
pensamiento el mensaje de estos pensamientos, pensando que así nunca vamos a
dejarlos de pensar, resulta que una vez abandonado el círculo de conciencia
mayor en pos de uno menor, nos damos cuenta de que en nuestra memoria sólo
quedó grabado un pensamiento pero que ya somos incapaces de liberarlo en su
potencial de significados y significantes para que haga resonar nuestra
conciencia como lo hacía en el círculo anterior.
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